Mucha gente cree que las novelas de Jane Austen tienen como epicentro el amor, lo cual no es cierto, y si os quedan dudas debéis leer Mansfield. Sí que hay conquistas e ilusiones rotas, pero no me parece que ninguna pueda añadírsele la palabra «amor» de por medio. Eso es de lo que yo creo que habla, de la rectitud y honradez de las personas y los motivos por los cuales han llegado a ser así. Prueba de la falta de romance es ese final abrupto del que tan poco sabemos. Pasamos de conocer todos los pensamientos y preocupaciones de la pobre Fanny a que nos cierren su historia con unas cuantas líneas impersonales. Esta no es mi novela favorita de Austen, no porque no sea buena, sino porque no me resulta tan disfrutable como otras.
Conclusión El origen del miedo al alergia Durante gran parte de mi biografía, esto es lo que me sucedía cada vez que salía y veía alguien que me gustaba: En la mayoría de las ocasiones, tenía baza miedo a que me rechazara que ni siquiera intentaba hablar con ella. Y así regresaba a casa confusión tras noche. Si me atrevía a presentarme, al cabo de 5 minutos ya no sabía que decir. Entonces ella se excusaba y decía que tenía que marchar.
Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables. Pero el angelito, espantado, forcejeaba al acariciarlo la aporreado mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos. Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi edad irremediable, melodía monótona de la inquietud, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la circunloquio el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones. Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo.
Sí, hoy nuestro querido Raymond Chandler habría cumplido la friolera de años. Para celebrarlo, he leído este libro recopilatorio de cartas y reflexiones, que como el título indica, hacen que sea el propio Chandler el que se explique por sí mismo. La cabestrillo es curiosa. Como sabéis, soy bastante fan de los libros epistolares, me encanta ver cómo eran de realidad estos personajes, cómo se expresaban y cómo pensaban. Y el mejor guisa de verlo es a través de cartas o diarios. Es cierto que es revolver entre las intimidades del difunto, pero esperemos que nos perdonen. En este caso, sabemos que nos perdona porque fue el propio Chandler el que sugirió una recopilación de sus cartas, por sugerencia de su editor londinense Hamish Hamilton. Por lo tanto, tenemos una sección en la que Chandler habla de sí mismo, otra sobre las novelas de arcano, otra sobre el mundo del cine y la televisión e incluso una sobre gatos.