Muchos cristianos han hablado y escrito sobre el tema, algunos de ellos con un sincero desacuerdo. Si deseas saber cómo respondí a esta pregunta en el pasado, puedes leerlo aquí. No fue porque no supiera la respuesta. Probablemente incluso tengas tu propia opinión. Durante mucho tiempo he sospechado que la masturbación es menos una cuestión de moralidad cristiana que de madurez cristiana. Cuando somos inmaduros en nuestro caminar con Dios, buscamos reglas.
Es real. Claramente, los humanos somos seres sexuales. No importa dónde vivas o cómo te hayan educado, esto es cierto. El sexo inunda nuestras pantallas de televisión, los quioscos de revistas y diarios, y—si estamos siendo honestos—también nuestros pensamientos. En algunas culturas el sexo se celebra de algunas urbanidad. La masturbación, por ejemplo. Normalmente se piensa en ello como un acción individual, pero también puede ser parte de la actividad sexual con la pareja.
En los años recientes, debates sobre la homosexualidad, el aborto, el divorcio, la anticoncepción y las respuestas al abuso sexual de menores han dividido a los cristianos y hecho estragos en la Iglesia. La Biblia contiene el Antiguo Testamento la Biblia hebrea o hebraica y el Nuevo Testamento que consta de cuatro Evangelios y las cartas conocidas como epístolas y atribuidas a Pablo de Tarso y otros escritores cristianos del siglo I AD. De ese material, el Antiguo Testamento y las epístolas de Pablo han sido clave para darle forma a la ética sexual cristiana. Varios comentaristas cristianos y las diferentes Iglesias han hecho sus propias y en ocasiones muy distintas interpretaciones. He aquí unos ejemplos de cómo pasajes de la Biblia han servido para formular la posición frente a asuntos sexuales.
Por: P. Jorge Loring Fuente: Para Salvarte El vicio solitario masturbación consiste en abusar del propio cuerpo excitando los órganos genitales para procurarse voluntariamente el placer hasta el orgasmo. Dice André Léonard, Profesor de la Universidad de Lovaina: «Por su misma naturaleza, la masturbación contradice el sentido cristiano de la sexualidad, vivida como alianza de amor. El ejercicio de la autorización sexual queda privado de toda referencia afectiva con una pareja, en la medida en que el sujeto se repliega sobre sí mismo, en el disfrute de sí mismo. Conduce al vacío y al disgusto.